lunes, 21 de enero de 2019

LAS 20 REGLAS DEL FÚTBOL CALLEJERO

En un tiempo en el que los niños jugaban a fútbol en la calle, sin escuelas de fútbol, sin padres en la banda dándoselas  de  entendidos del fútbol, sin arbitros...durante jornadas interminables en las que tú madre salía a la ventana para llamarte después de varias horas( toda la tarde) jugando un partido con aquellos amigos de tu calle, barrio...las normas por las que nos revisamos estaban claras. Aquí os las recuerdo:

LAS 20 REGLAS DEL FÚTBOL CALLEJERO DE MI ÉPOCA

1.- El gordo siempre es el portero.
2.- El partido acaba cuando todos están cansados.
3.- Aunque el partido vaya 20-0 se decide por “el que meta, gana”.
4.- No hay árbitro.
5.- Sólo se pita falta si es muy muy clara o alguien sale llorando.
6.- No existe el fuera de juego.
7.- Si el dueño del balón se enfada, se acaba el partido.
8.- Los dos mejores no pueden estar en el mismo equipo y son los que eligen quien juega en el mismo.
9.- Si eres el ultimo en ser elegido, es una gran humillación.
10.- En las faltas directas la barrera siempre estará bastante cerca del balón.
11.- Se detiene el partido cuando pasa una persona mayor o una madre con carrito de bebé.
12.- Son enemigos para siempre los jugadores del barrio más cercano.
13.- Los que no tienen ni idea de jugar se quedan de suplentes, o como mucho, de defensas.
14.- Si llegan los mayores para jugar hay que abandonar la pista o campo, no sin antes protestar.
15.- Siempre hay un vecino que no te deja jugar y además te amenaza con quitarte la pelota.
16.- Si se apuesta algo, hay que ponerse muy serio... es como jugar una final.
17.- Las porterías son dos piedras o dos chaquetas de chandal, pero siempre habrá un equipo que tenga la portería mas pequeña.
18.- Cuando un equipo mete gol pasando el balón por encima del portero, todos los del equipo contrario gritan “ALTA” (suele dar resultado para que el gol no valga).
19.- La ley de la botella, el que la tira va a por ella.
20.- Si hay penalti, quitan al gordo y se pone el más bueno.

— Recuerdos que nunca podré olvidar.

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